La importancia del empaque en la experiencia del cliente
Cuando hablamos de “experiencia del cliente”, nos referimos a la percepción que tiene en relación con nuestra marca o producto, a partir de las diferentes interacciones. Y hoy en día, ya no se duda de que el cliente es a quien debemos orientarnos, especialmente porque cada vez está más empoderado: no sólo tiene un papel activo en la búsqueda de información acerca de lo que necesita y quiere, sino que también es un usuario activo de redes sociales, por lo que también se convierte en vocero o detractor de nuestra marca.
Ahora bien, en el mundo del empaque, ¿cuál es el rol y la importancia del mismo en la experiencia del cliente? Desde Ironpack te lo contamos en esta nota.
Todos conocemos el entusiasmo con el que esperamos algo y también todos conocemos la reacción que tenemos cuando al abrir ese paquete, el contenido está roto, abollado o averiado de alguna forma. Ya sea que se trate de un obsequio, mucho peor si se trata de un instrumento de trabajo o algo costoso. Entonces, abrir un paquete o una caja es en si mismo una experiencia que hay que cuidar con detalle. Es por eso que el empaque es algo de suma relevancia cuando pensamos en proteger un producto o en hacer un envío.
El empaque transmite un mensaje a nuestro cliente: el estado en que recibe el producto es una declaración implícita de seriedad, de confianza y de seguridad de que todo está en buen estado, y que el resguardo de dicho objeto es importante para la empresa. Por ejemplo, pensemos en la forma en que llega el producto: si llega movido o desordenado, a todos nos da la sensación de que estuvo “bailando” en la caja mientras fue transportado. Sin mencionar el hecho de que si se trata de algo frágil, posiblemente pueda llegar afectado de alguna manera. Entonces, la personalización del embalaje vuelve a convertirse en un factor clave.
Por otro lado, también debemos saber que nuestro cliente, al igual que nosotros, se enfrenta a plazos, muchas veces de gran presión. Por eso, evitar la recepción de un producto en mal estado es también evitar un potencial inconveniente en sus propios procesos de trabajo. Por eso, que sea resistente y funcional debe ser una prioridad para nosotros.
Por último, el consumidor exige cada vez más la personalización de los productos: un empaque personalizado va perfecto con un packaging también personalizado. Al concebir los dos “en pareja” es mucho más fácil resolverlos a ambos, además de ahorrar tanto en diseño y en materia prima.